“LOS Q’ARAS NO HAN DEJADO DE SER Q’ARAS”


Por: Ivan Apaza-Calle


Escuchar artículo:

Todo parece normal, todo. Esperen. Es erróneo aceptar y dejarse llevar con la corriente, que se difunde en la radio, en los noticieros, en las redes sociales, en imágenes, movimientos, letras, cifras…, la lista se alarga. Por un momento nademos hacia las orillas y observemos qué agua nos lleva y hacía dónde.    

Desde la orilla el escenario político es de izquierdistas y derechistas, que calumnias tras calumnias, pelándose los unos a los otros, hacen el circo en la pantalla chica; en otros tiempos se observaba a enemigos políticos dándose abrazos fraternales, apretones de manos pulcras. Muchos han creído en esos malabarismos y emboscadas discursivas.

El escenario no es reciente, la izquierda y la derecha en la colonia tenían otro ropaje, pero una finalidad: mantenerse en el poder; las máscaras por aquellos años, fueron almagristas y pizarristas, bandos que pugnaban por la administración colonial, y la dominación de los indios. Eran los mismos, los supuestos wiraxuchas.

Los españoles en bandos, los indios también: los buenos y los malos; los primeros apoyando a cualquier bando español, sean pizarristas o almagristas, eran las tropas cobrizas que se sacrificaban, y los indios malos escapando, o simplemente pasados a espada y descuartizados. Sea como sea, los indios eran medios para determinados fines de los colonos. 

Indios por aquí, indios por allá. Los indios siempre sometidos a las estructuras coloniales. La aspiración a la toma de decisiones políticas era un sueño, una idea que fluía en el inconsciente; mientras dormían, los anhelos de liberarse estaban bajo los ch’ullus de esos rostros cobrizos, en ocasiones se transmutaba en una revuelta libertaria, pero fracasaba. 

Espectadores o instrumentos, pero jamás sujetos políticos, sí, está claro, no hay por donde perderse. Instrumentalizados a lo largo de la historia, se han ido normalizando ciertas actividades políticas, como depositar el voto en partidos políticos de derecha e izquierda, cargar en las espaldas no solo un tipo de existencia sino cargar también en el hombro a quien mantiene ese tipo de existencia; al opresor. El pongueaje político estuvo, está  en el orden del día.

Ayer como hoy, la política boliviana, está contralada no por los indios sino por los nietos y bisnietos de una larga generación de colonialistas; si los indios están en el escenario político, no son sujetos autónomos sino instrumentos, rostros y cuerpos manipulables. En otros casos, el indio se encuentra solo y esa rebeldía solitaria, entretiene, enquispece…, pero termina en el suicidio. 

El paternalismo de los colonialistas, había normalizado la capacidad decisiva de los indios a una incapacidad; se pensaba que, la política no era para los pongos, porque eran eso, pongos de la hacienda, que no tenían derechos a votar ni elegir, sino a rascar la tierra. Y cuando aprendían a decidir en esos mini-Estados o comunidades, en las asambleas, cabildos y reuniones, otras eran las características políticas que no trascendían a nivel nacional, porque estaban a un nivel orgánico y eran absorbidos por el sistema político controlado por la izquierda y la derecha. 

Uno puede decir, que todo está definido y no hay nada qué hacer. ¿Acaso está perdido todo? No, es mucha precipitación, hay en juego mucho en cada quien. 

Es verdad, el sistema político está controlado por la derecha e izquierda, donde los indios caben como maniquíes, para ser ensalzados como reserva moral o ser escupidos en memes que rondan de grupo en grupo en las redes sociales. En ambos casos, los indieros trafican la indioína. Una fotito aquí, un escupitajo allá, es lo mismo, el pongueaje político se repite. 

En cada acto de pongueaje en cualquier bando, sale a flote el racismo. Ese racismo español, heredado de la colonia persiste y se observa en todos los medios, se ve en cada rincón de la pantalla chica, y se reproduce por donde vamos.  Está a nuestra vista, pero dejamos pasar, sabemos que nos pica algo cuando observamos un meme con imágenes y mensajes racistas, pero en la medida que sucede esto, sin hacer nada, normalizamos esa actitud.

Si hay algo que nos da cuenta, que algo anda mal en los bandos políticos, es la actitud racista contra los autóctonos, pero sobre todo, esa misma actitud es una muestra clara de la instrumentalización. Fuera o dentro del escenario político, cada quien es una pieza del juego político. Pero lo es en tanto uno no decide por sí mismo, sino otros. Cada hombre y mujer decida qué hacer frente a esta realidad; un sí, un no, o una abstención a no elegir estas opciones, incluso a crear una opción, se torna en una esperanza, en un acto de compromiso para sí y con los otros. La cuestión es no ser absorbido por el engranaje creado por la izquierda y la derecha. 
…, mientras la riada política nos llevaba a sus cauces, menuda ilusión hemos tenido, todo parecía estar tranquilo, pero, hemos visto que no. 
    



Publicar un comentario

2 Comentarios